Anoche estuve metida en una situación que me despertó dudas sobre mi condición de mujer y mi relación con los hombres de mi familia: la cita era simple, un domingo a la noche víspera de feriado juntarse a mirar el partido de Boca y luego comer un asado.
Como el partido terminaba muy tarde y, a pesar de que al otro día (hoy) era feriado pero mi marido se tenía que levantar a las 5:30 AM igual para ir a trabajar, me ofrecí a hacer el asado al comenzar el segundo tiempo. Dada mi natural inclinación a ofrecerme a meterme en lugares donde no me llaman, nadie actuó muy sorprendido a pesar de que nunca antes me había ofrecido a hacerme cardo del la carne a las brasas.
Libros que no es necesario leer. |
Una vez en la terraza, llana de humo y con las manos negras de carbón, cuando la brasitas habían prendido espectacularmente, mi instinto para detectar temas para armar quilombo en el blog conflictos en la guerra de los sexos, me pregunté si realmente estaba rompiendo las barreras de los géneros al encargarme de una tarea tan típicamente masculina, o si me habían mandado a cocinar mientras los hombres miraban el partido.
Pregunto: ¿ES PROGRE QUE LAS MUJERES HAGAN EL ASADO?
PD: Se largó a llover y sin embargo el asado salió buenísimo. Y encima ganamos.