El embarazo como Rito de Pasaje, o esa etapa liminal entre ser intelectuales de izquierda y máquinas de cambiar pañales

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Un embarazo, sobre todo el primero en la vida de una mujer, es un largo rito de pasaje que nos llevará de ser lo que hayamos sido hasta el momento anterior a dar a luz, a ser MADRES. El "ser madre" es un concepto tan polémico como "cultura" o "populismo", sobre el que absolutamente todas las personas tienen una opinión formada y no dudan en comunicarlo a la mujer embarazada. En esta sección intentaremos analizar estos cambios de status por los que pasa la mujer moderna en su eterno enfrentamiento por conseguir los objetivos que le plantean los dos extremos desde donde la reclama la sociedad occidental. Por un lado ser un sujeto económicamente activo y exitoso, y por otro, ser madre y encargarse de las tareas del hogar: todo al mismo tiempo y encima estar flaca, maquillada y con el pelo perfumado.

Si definimos rito de pasaje siguiendo a Victur Turner, como la serie de comportamientos socialmente establecidos y simbolizados en el que el individuo al atravesarlo cambia su status dentro de esa sociedad, consideramos también que el tiempo que dura este estado es un tiempo liminal, es decir, que se encuentra por fuera del tiempo normal de la sociedad y al que no se le aplican sus normas, un tiempo que no es tiempo, sino que está suspendido entre las etapas anteriores y posteriores. Van Gennep distingue tres etapas dentro de los ritos de pasaje: la separación, la transición (liminalidad) y la integración. Al mismo tiempo, cada etapa del ritual tiene un significado simbólico diferente, donde las actividades altamente estandarizadas responden a significados y envían mensajes específicos, tanto para el individuo que está pasando por estos ritos como para el resto de la sociedad.

El estado de embarazo para una mujer occidental muestra todas estas características: no sólo cambia el status de la mujer de simple mujer a madre, sino que nos ofrece 9 meses de liminalidad para hacernos a la idea antes de (re)integrarnos a la vida social plena.

En mi caso el estado de separación se vió asentuado por la coincidencia de varios factores paralelos; por un lado un reposo obligado que me dejó en cama por cuatro meses, por otro lado la epidemia de Gripe A N1H1 que no me permitía recibir visitas dado el altísimo riesgo de contraer esta enfermedad durante la gravidez. Por lo tanto, viví en carne propia el estado de liminalidad más intensamente que lo "normal", la sensación de separación y de no-normalidad fue la lo que imperó en mi vida en estos últimos meses. De hecho, todavía sigo encerrada, sólo que ahora como sé que me quedan pocos días de "tranquilidad" me he decidido a publicar mis reflexiones todas de repente. En los días que siguen iré publicando de a poco mis pareceres sobre esta etapa liminal, si es que no se me desencadena el parto y paso a llamarme una madre propiamente dicha.