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1) Estudiás antropología porque creés que vas a viajar a algún país raro y te pasarás unas lindas vacaciones en una Isla del Pacífico con bellas nativas/os a tu alrededor, pero terminás haciéndole algunas entrevistas a tu abuela siciliana en su cocina, para “recuperar la memoria de los inmigrantes”.2) Después de años de haberte recibido, tus viejos te siguen preguntando: “Che, ¿cómo te ganás la vida vos?”
3) Seguís disfrazado a los 30 años con morral o carterita de yisca y sandalias de cuero, pero nadie te critica porque tenés una profesión “exótica”.
4) Mechás cada cinco minutos en tus conversaciones: “No seas etnocéntrico” (ver “Las 10 claves…”) o “Eso (“eso” es una película porno o Marley por TV comiéndose una cucaracha), ESO también es cultura”.
5) Te encontrás con alguna amiga que no veías hace mucho tiempo y cuando le contás que sos antropóloga, exclama: “¡Ah! ¡Sí! ¡Trabajás con los huesitos!… ¿o era lo de los dinosaurios?”
6) Versión 2 de la situación anterior: “Che, vos que sos antropólogo/a, ¿sabés que me encontré unas piedras raras cuando viajé al Sur? En serio, son alucinantes… ¿te las puedo mostrar y me decís si valen mucho?”
7) Terminás la carrera (lo lograste, ¡sí!, después de los muchos –¡cuántos!- años que dura) ,y te encontrás con que las opciones son:
a) trabajar como docente e investigador en una universidad (competitivo, pasás a la opción b);
b) intentás entrar al CONICET (poco presupuesto, altísimamente competitivo, pasás a la opción c);
c) pensás poner una pyme para hacer tortas y catering para cumpleaños (eso sí: elegís esta opción, pero tus recetas serán “étnicas”)
8) Cuando reflexionás un poco más allá de las 7 claves anteriores ” y te das cuenta de que contás con otra perspectiva que “te abre la cabeza”, que te permite pararte en otro lugar para ver las mismas cosas de siempre, pero a través de otro filtro. Entonces, comprendés que esa realidad no está fijada ni decidida ni establecida así y para siempre por nadie; que se puede cambiar porque las distintas personas, los distintos grupos aportan miradas diferentes a partir de saberes y prácticas diferentes. Ahí advertís que tu carrera es maravillosa y que no te equivocaste. Y lo más importante: que tu trabajo puede contribuir para construir un mundo diferente, con más sensibilidad, comprensión y respeto por y para todos.
Por Marian Moya.
Robado de ACÁ.
Nota de Antropocacos: Cualquier similitud entre este post y el anterior es exclusiva responsabilidad de los autores originales.
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